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Giovanni Roberto Cáez

¿Está el gobierno trabajando contra el hambre?

Se habla en todas las noticias de inseguridad alimentaria. Se dice que es culpa de la guerra de Rusia en Ucrania o del aumento general de precios, como queriendo decir que las razones vienen de otro lado.

Nuestro gobierno local aprovecha este aumento en los precios de la comida para anunciar varias iniciativas que, según ellos, atenderían el problema de la inseguridad alimentaria a corto y largo plazo.

Allá está el gobernador Pierluisi en Utuado, anunciando un programa escolar de siembra. Por el otro lado están algunos legisladores de distintos partidos, presentando proyectos de ley a ver si se crea “un plan agrícola” o se asignan más fondos a las organizaciones sin fines de lucro que trabajan distribuyendo alimentos.

El Secretario de Agricultura, Ramón González Beiró, confiesa en vistas públicas que su departamento no tiene estadísticas confiables, y presenta un “plan de seguridad alimentaria” que promete que en 2024 vamos a estar produciendo localmente el 50% de lo que consumimos, pero no dice cómo.

De todas las medidas que se han discutido públicamente, solo una es ley ahora mismo: la Orden Ejecutiva 029-2022 que crea el “Grupo Multisectorial para lograr paridad en los fondos de asistencia nutricional de Estados Unidos.” Este comité tiene como tarea dar recomendaciones de “posibles estrategias de política pública para que Puerto Rico reciba el mismo trato que tienen los estados en los fondos destinados a los programas de asistencia nutricional”, según La Fortaleza. Lo mismo de siempre, pedir más fondos federales.

El sector privado tiene su Coalición para la Seguridad Alimentaria de Puerto Rico desde el 2018, compuesta por más de 80 organizaciones que dicen representar a la industria privada, un sector de las organizaciones sin fines de lucro y “grupos de expertos” en Estados Unidos y Puerto Rico. La Coalición es también un grupo de presión para aumentar los fondos que llegan a Puerto Rico desde los programas federales.

Vetado quedó en enero de este año el único proyecto aprobado por ambas cámaras y que creaba el Consejo Asesor de Seguridad Alimentaria (PC-10-2021), pero el gobernador Pierluisi no lo firmó. El proyecto no era gran cosa porque hubiese producido las mismas recomendaciones de política pública que el gobierno maneja ya: discursos y planes generales de “incentivar la agricultura”, de “crear un plan a largo plazo”, de “mandar a la legislatura X o Y proyecto”, todo en espera de que lleguen fondos federales en el futuro.

Así lo decía un funcionario de la Administración para el Desarrollo Empresarial Agropecuario (ADEA), Juan Luis Rodríguez, en la misma vista pública, “de las 85 mil cuerdas, 50 mil son inundables, y para que esas cuerdas que son inundables puedan ser productivas y se puedan utilizar necesitamos dinero para limpiar esos drenajes.”

“El plan va depender, representante, de la agilidad con que nosotros logremos la asignación de fondos,” decía en otro momento el mismo Secretario de Agricultura González Beiró, luego de insistir que los gobiernos pasados todos tenían un plan de desarrollo agrícola, solo que “nunca se ejecutó.”

Para el gobierno y las empresas el problema de todo es la falta de fondos. ¿Las soluciones? Pues que lleguen más fondos federales a las agencias locales. Sencillo. Lo de siempre. Sin que nada cambie, año tras año, cuatrienio tras cuatrienio. No se puede hacer nada hasta que llegue más dinero de Estados Unidos.

Mientras tanto, el hambre crece y crece en Puerto Rico. Todo lo que vemos en los trabajos de Comedores Sociales nos dice que es cierto, que una gran crisis alimentaria se está acumulando en nuestra isla por la interconexión de diversos factores, entre los que está sin duda la llamada crisis actual de suministros (por la guerra), el cambio climático, y las consecuencias prolongadas del huracán María y la pandemia del Covid. Pero el verdadero problema viene de lejos: toda la política pública ha estado terriblemente mal enfocada en asegurar dinero rápido para financiar los programas de asistencia, mientras no producen nada, no crean nada, no desarrollan nada para verdaderamente producir comida en Puerto Rico.

Mientras el gobierno discute y discute proyectos de ley que no llegan a nada, las organizaciones como nosotras en Comedores Sociales de Puerto Rico están creando programas, abriendo centros de apoyo mutuo, sembrando, intentando crear condiciones para un verdadero cambio. Y lo estamos haciendo, por cierto, con poco y a veces ningún dinero. Hay que repetirlo, sí, lo hacemos con poco o ningún dinero, a pesar de que no tenga la mejor lógica económica para nuestros gobiernos, a pesar de que el gobierno nos tenga acostumbrados a esperar siempre a que lleguen los fondos de otro lado.

Pero el hambre no espera, desespera, y mientras nuestros políticos pierden el tiempo, para las personas que queremos que las cosas sean distintas hoy, mañana mismo si se puede, crece la responsabilidad que tenemos con nuestra gente. La presión se siente en las llamadas, en las solicitudes, en las historias de hambre y necesidad que escuchamos.

Por eso estamos poniendo todo nuestro enfoque en consolidar los trabajos de Comedores Sociales, convencidos de que es la mejor forma de ayudar a transformar en el corto y largo plazo el sistema alimentario que tenemos.

Sin esperar por nadie, rescatamos del abandono y hemos habilitado el edificio donde opera el Centro de Apoyo Mutuo de Caguas Pueblo. Sin esperar a la próxima gran crisis, estamos creando un supermercado cooperativo que ya está bajando los costos de la comida para sus participantes. Y si todo sale bien, sin esperar mucho, vamos a sembrar una finca para asegurarle a nuestros programas, alimentos saludables y a bajo costo.

Alguien dirá que estas cosas se pueden en lo pequeño, pero que intentar llevar estos proyectos a una agenda de país es más difícil y complicado. Pues bueno, que se siente a esperar que parado se cansa, mientras nosotras en los comedores y en los centros de apoyo mutuo vamos a seguir sembrando comida y organizando para cambiar las cosas de verdad en el presente.




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