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Con el hambre no se juega


Mujer mayor de edad con carrito de compras vacío

En estos días se ha vuelto noticia principal en todas partes, la posible suspensión de los fondos federales del SNAP en EEUU y del PAN en Puerto Rico, producto del cierre del gobierno federal y las peleas por aprobar un nuevo presupuesto. 


La disputa parece tener un eje central: los Republicanos de Trump quieren recortes profundos en los programas sociales, mientras los demócratas se oponen. Eso dicen en las noticias, por lo menos. La realidad es que la administración Trump busca esos recortes para garantizar la enorme reducción de impuestos que le está haciendo a los más ricos a través de su One Big Beautiful Bill, aprobado en julio pasado.


Como ficha de negociación, a la Administración Trump II se le ocurrió lo peor: que si no le hacen caso, pues, deja a medio mundo sin comer. Y a ver quién aguanta la presión. El autoritario millonario blanco, recordándonos que su política es de hambre y muerte. Como si no lo supiéramos.


Lo obvio hay que decirlo rápido: es indignante que el hambre se use como medida de presión en una negociación política. Indignante se queda corto. A mi me enseñaron desde chiquito que dejar a alguien sin comer es de lo peor que se puede hacer en el mundo. Hay cosas con las que no se juegan.


El problema no es la falta de fondos


Para Puerto Rico el problema es peor, pues nuestra condición de dependencia, junto a los problemas sin atender, hacen que las consecuencias inmediatas puedan ser todavía más dramáticas. Mientras en EEUU alrededor de un 12.5% de la población recibe SNAP, en Puerto Rico el PAN lo reciben aproximadamente el 40%.  


Tarjeta del PAN

La Gobernadora Jennifer González y sus funcionarios, dicen estar haciendo todo lo que está en sus manos, mientras aseguran tener fondos propios para distribuir dos semanas de PAN. La pregunta que se hace todo el mundo: ¿y después, qué? ¿Se quedarán las personas sin comer?


Nuestro gobierno tiene la responsabilidad y los recursos para responder por nuestra gente. Existen mecanismos legales y fiscales locales para responder. Lo pueden y deben hacer.


Por eso endosamos la Declaración en protección al derecho a la comida de familias participantes del PAN, en la que se pide, entre otras cosas, “Emitir una declaración de estado de emergencia por la suspensión de los programas de asistencia nutricional y Viabilizar el uso del fondo de emergencia, para hacer inmediatos los recursos a las familias.”


Si el cierre federal se extendiera, y los recortes al PAN se vuelven realidad, hay que exigirle con fuerza a la Gobernadora y la Junta de Supervisión que mientras dure la necesidad, debe durar la respuesta.


Por una política alimentaria que alimente 


Gente haciendo fila para buscar compras

La situación, sin embargo, debe ser un golpe de atención serio a todas nosotras, pues se confirma la alta vulnerabilidad de nuestro archipiélago y la urgente necesidad de tomar medidas contundentes para evitar una hambruna en los próximos años.


Tengo esperanza solo en la capacidad de acción que tenemos cuando nos organizamos y movemos. En el Gobierno, ninguna.


En un escrito de 2022, ¿Esta el Gobierno trabajando contra el hambre?, decía que:

“Para el gobierno y las empresas el problema de todo es la falta de fondos. ¿Las soluciones? Pues que lleguen más fondos federales a las agencias locales. Sencillo. Lo de siempre. Sin que nada cambie, año tras año, cuatrienio tras cuatrienio. No se puede hacer nada hasta que llegue más dinero de Estados Unidos…Pero el verdadero problema viene de lejos: toda la política pública ha estado terriblemente mal enfocada en asegurar dinero rápido para financiar los programas de asistencia, mientras no producen nada, no crean nada, no desarrollan nada para verdaderamente producir comida en Puerto Rico.”


Hoy hay que volver a insistir en todo esto: la política alimentaria de Puerto Rico no puede ser sentarse a esperar a que llegue el dinero federal. No.

Una política alimentaria verdadera tiene que incrementar la producción local, proteger y distribuir tierras agrícolas y apoyar a los trabajadores y trabajadoras de la tierra. Además, el gobierno puede garantizar acceso a recursos agrícolas para producir (semillas y maquinarias, por ejemplo) y establecer mejores canales de distribución directa para todas las escalas de producción. Pueden hacer mucho, y poco hacen.


Es posible que el cierre federal se disipe en los próximos días y todo vuelva a la normalidad de antes, pero, y nosotras, ¿queremos seguir en la vulnerabilidad, expuestos a una crisis mayor de alimentación? Si un huracán como Melissa nos hubiera golpeado, ¿qué hubiese pasado?


Solo tengo clara una cosa: a mi la crisis me coge organizado y peleando, no pidiendo migajas. Si el que lee esto piensa lo mismo, que se una a la organización o proyecto que quiera, que aquí se come todos los días.

 
 
 
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